La espera.

Estoy dolida por el acero de tus palabras.
Las lancé al aire para ver si se sostenían,
pero cayeron como cuchillos.
Mis lágrimas recorren las aristas
de un papel arrugado
al que las musas abandonaron.

Pero no me rindo.
Golpeo mi mala suerte y le sonrío
para provocarla.

Y ahora, buscando estoy que el azahar envuelva mis sentidos
y la melodía de una guitarra adorne mis tardes
y que otra voz entone esas palabras febriles
que tanto dijeron,
que tanto deslumbran.

 

 

8 comentarios sobre “La espera.

  1. Las palabras aceradas, si se sueltan, pueden llegar a herir sin mentir, pues desde que se les vio partir de quien las contemplaba para decir, ya llevaban el destino de agredir … Saludos tejimenez … ✍🏻

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